por Robert Carracedo Recasens

Villa Ukika y los Árboles Culturalmente Modificados

Desde 1967, Villa Ukika —fundada como parte de políticas de reubicación estatal— constituye el principal asentamiento yagán en Isla Navarino, en el corazón del archipiélago fueguino. En su entorno, el Parque Municipal Ukika se revela como un verdadero archivo vivo de la historia y el conocimiento ancestral, gracias a la presencia de al menos 103 Árboles Culturalmente Modificados (ACMs) documentados hasta la fecha.

¿Qué son los ACMs y por qué son tan importantes?

Los Árboles Culturalmente Modificados (o Culturally Modified Trees, CMTs, en inglés) son ejemplares de árboles vivos que han sido alterados por comunidades humanas con fines utilitarios, simbólicos o rituales. En el caso del pueblo yagán y otros grupos canoeros australes, muchas de estas modificaciones están asociadas a la extracción de corteza, especialmente en especies como el coihue (Nothofagus). Estos árboles, lejos de solo tener una o varias cicatrices, son testigos vivientes de prácticas productivas tradicionales, algunas de las cuales parecen remontarse a tiempos previos incluso a la fundación de la villa moderna.

Bark Peelings: marcas que narran el uso del territorio

Las Bark Peelings o marcas de descortezamiento son una de las formas más reconocibles de los ACMs. Estas huellas han sido registradas a lo largo de múltiples canales de la Patagonia austral, como en el río Batchelor, donde también se han encontrado en conjunto con conchales que evidencian ocupaciones humanas. Generalmente, las marcas aparecen en bosques mixtos costeros por debajo de los 100 metros sobre el nivel del mar, en bahías grandes o pequeñas resguardadas del viento, donde los árboles crecen más rectos, lo que facilita la extracción de la corteza sin dañar el tronco, un conocimiento transmitido durante generaciones.

Muchas de estas marcas culturales son rectangulares o cónicas, y algunas presentan indicios del uso de herramientas cortantes, lo que sugiere un manejo sofisticado y selectivo de los recursos forestales. Esto refuerza la posibilidad de que existan ACMs de cronologías diversas —algunos seguramente con más de 100 años de antigüedad—, lo que convierte al paisaje en un palimpsesto territorial de la cultura indígena.

Un paisaje que podría interpretarse como un museo al aire libre

Lo que hace únicos a estos árboles no es solo su número o el tipo de marcas que conservan, sino el entrelazamiento de naturaleza, cultura e historia que representan. Cada ACM es una página de un libro que aún se continúa escribiendo, un libro que podría entenderse como un museo al aire libre, dinámico y en constante diálogo con el entorno. Para ello, es imprescindible avanzar hacia una documentación más exhaustiva, impulsada por la participación activa, integrando saberes orales, técnicas tradicionales y metodologías colaborativas.