1. Antecedentes

Primer Poblamiento en Tierra del Fuego

La región de Tierra del Fuego, ubicada en el extremo sur de América del Sur, ha sido objeto de estudio en el ámbito arqueológico para comprender el poblamiento temprano de esta inhóspita y fascinante área. Los hallazgos arqueológicos y los avances en la datación radiocarbónica han revelado la existencia de un puente terrestre en el estrecho de Magallanes, que conectaba el continente con Tierra del Fuego entre el 13.000 y los 10.000 AP2 (R. D. McCulloch et al., 2005; R. McCulloch et al., 2009; Ponce et al., 2011).

Es mediante esta ruta por el estrecho que suponemos que llegaron las primeras oleadas de poblamiento terrestre a la Isla Grande de Tierra del Fuego. Los primeros fechados radiocarbónicos datan aproximadamente de hace 10.600 AP sobre la base de muestras del yacimiento de Tres arroyos. Otro sitio temprano, que ha proporcionado valiosa evidencia arqueológica, es el de Marazzi al sureste de la actual Bahía Inútil, con dataciones que se remontan a 9590 años AP (Laming-Emperaire et al., 1972; Morello et al., 1999; Salemme et al., 2017). Ambos sitios son representativos de las primeras comunidades humanas cazadoras-recolectoras terrestres que se establecieron en Tierra del Fuego, adaptándose a las condiciones extremas de la zona.

Sin embargo, no fue hasta 3000 años después que se evidenció una economía dedicada a la explotación de los recursos marinos, marcando una adaptación litoral en la región (Legoupil et al., 1997; Orquera et al., 2009). Al norte del canal de Magallanes, encontramos yacimientos como Punta Santa Ana, que data de 6.500 AP, y en la zona del Canal Beagle u Ona-Ashaga Túnel I e Imiwaia I, con fechas que oscilan entre 6.400 y 4.300 AP (Ortiz-Troncoso, 1978; E. Piana et al., 2012; E. L. Piana et al., 1992; Zangrando, 2009). Estos hallazgos arqueológicos indican un cambio en el modo de vida de las comunidades, con la aparición de una economía marcadamente marítima orientándose hacia una mayor dependencia de los recursos marinos y una exploración más intensiva de las áreas costeras, formando los primeros yacimientos de tipo conchal. Los conchales son montículos formados a partir de la acumulación de los residuos de alimentación, principalmente de conchas marinas, aunque también incluyen desechos de otros recursos tanto animales (fauna terrestre y marina) como vegetales (en forma de carbón o semillas). Son claramente visibles en algunas zonas del Canal Beagle (FIG. 2) donde pueden apreciarse desde fotografías satelitales, en otros casos, en las zonas más boscosas quedan ocultos debajo de la capa arbórea y arbustiva. 

El paisaje de Tierra del Fuego también ha experimentado transformaciones significativas paleoecológicas a lo largo del tiempo. Hasta alrededor de 5.800 AP, la región estaba dominada por estepa. Sin embargo, a partir de entonces, comenzó a desarrollarse el actual bosque de Nothofagus, aunque no sería hasta los 4.000 AP que este ecosistema se implantaría plenamente en la región (C. J. Heusser et al., 1988; Calvin J Heusser, 2003; Rabassa et al., 2000). Estos cambios en el paisaje tuvieron implicaciones para las comunidades humanas que habitaban Tierra del Fuego, generando nuevos recursos para la subsistencia humana (Zangrando, 2009). Algunos autores como Orquera y Piana (2009) señalan que una adaptación marítima no habría sido posible sin un ecosistema que proporcionara recursos como la madera y corteza para las canoas o los mangos de arpón.

2. El paso en la actual cordillera Darwin

Quizás uno de los puntos clave para entender la movilidad de las comunidades que habitaron el lugar es el momento en el que se abre el hielo glaciar de la Cordillera Darwin. Sabemos que probablemente no es antes de entre el 8.240-7.260 y quizás hasta los 5.800 años AP, momento en el que podemos observar un aumento del polen de Nothofagus en los registros de columnas marinas. Este hecho se vincula con el desarrollo de un denso bosque en la zona costera (Ponce et al., 2011). Como hemos apuntado en la zona de Ushuaia hay registros de tempranos de conchales, pero hasta el momento existía poca información en la zona de paso entre Bahía Blanca y Bahía Yendegaia.

 Conocemos de la existencia de grandes zonas de conchal y casas pozo en el sector de Bahía Yendegaia. Hay documentación arqueológica desde las primeras excavaciones de Junius Bird y hasta la reciente publicación sobre las pinturas rupestres de Fransisco Gallardo y las excavaciones en el marco de la construcción del camino (Bird, 1938; Gallardo et al., 2022) (FIG. 2). Sin embargo, antes del proyecto había un vacío documental en la zona de Caleta María y Bahía Blanca (A. Prieto et al., 2022). La hipótesis principal es que, de haber sido un lugar de paso y conexión entre grupos, sería esperable encontrar zonas de residencia y ocupación en forma de yacimientos arqueológicos en ambos lados de la cordillera y además en el transcurso del largo paso que se desarrolla en el Valle Lapataia.

FIG. 2. Pequeña área con presencia de plantas circulares de casas pozo junto con un pequeño arroyo o curso de agua potable en Bahía Yendegaia (Prieto et al., 2022).

Los pasos, hasta hace poco llamados Pasos de Indios y en la actualidad Pasos de Indígenas, corresponden a lugares geográficamente localizados que se utilizaban como rutas óptimas para minimizar el esfuerzo (Alfredo Prieto et al., 2000). Estos pasos fueron habitualmente utilizados por las comunidades canoeras, aunque no exclusivamente, y unían puntos de tierra distantes:

Algunos puntos de los archipiélagos son accesibles por mar al precio de un largo desvío, mientras la travesía de istmos estrechos permite alcanzarlos en unas pocas horas aun izando la canoa a través de terrenos turbosos. A menudo estos istmos están en el fondo de antiguos valles glaciares, por los cuales se comunicaban en una época en que el nivel de las aguas era más elevado, sistemas marítimos hoy independientes. Estos terrenos están ocupados por turberas y jalonados de lagos.

(Emperaire, 1963:177)

Pasos como el explorado, que une la zona de Seno Almirantazgo y Canal Beagle, no parecen ser los habituales, en este caso el recorrido consta de varios días de caminata y el transporte de canoas parece poco probable. Existen numerosas publicaciones etnohistóricas que dan cuenta del uso del lugar por parte de las comunidades originarias. Algunas de estas se encuentran documentadas a manos de reconocidos exploradores como el Capitán Philip Parker King entre los años (King, 1839) o el Capitán de Fragata Luiz Philippe de Saldanha da Gama 1882 (Saldanha da Gama, 1887). Pero quizás el episodio más interesante es aquel dado por la búsqueda del Paso Indígena entre el Seno Almirantazgo y el Canal Beagle que se desarrolló a partir del s. XX (ver. García O., 2015). Esta búsqueda era motivada por fines exploratorios, comerciales y estratégicos. Los distintos exploradores que empezaron su búsqueda y su cruce, como Otto Nordensjköld (1896), Carl Skottsberg (1908), o Alberto de Agostini (1913) ya conocían de la información previa de que existía un paso “aborigen”. De hecho, Thomas Bridges en 1885 ya había señalado del uso del paso por parte de las comunidades que llegaban a la Misión de Ushuaia (SAMS, 1886).

El pintor, escritor y explorador Rockwell Kent expedición no fue “el primer hombre blanco”3 tal y como el apunta que logró cruzar por la ruta más probable en 1922 pero sus escritos y dibujos tienen una relevancia importante (Kent, 1924):

They reported great difficulties on the way, deep streams, mountains and valleys. These Indians, being unused to land travel, may have exaggerated the difficulties. The remains of Indian shelters that we found would indicate our route as being the one travelled by the Alacaloofs. Our subsequent inquiries confirmed that we were the first white discoverers of the pass. 

(Kent, 1924: 120)

Quizás el contenido más relevante para la arqueología corresponde a un episodio de Kent, fruto del azar, o bien de su buena retórica literaria para el descubrimiento:

Here it came to me that I had left my cap at our last resting place, and I returned to find it. While I was reproaching myself for thus wasting my strength and our time, I was rewarded by the discovery of the decaying frames of two Indian shelters. I was to learn in Ushuaia that in former years, when the English mission at that place was active, there had appeared occasional bands of Indians of the Alacaloof race, who by some unknown and difficult way had come across the mountains from the north. It was undoubtedly their traces that we’d hit upon. 

(Kent, 1924:115)

Este episodio que narra es muy interesante ya que documenta la presencia indudable de estructuras indígenas en la zona del paso. Este dato de tal importancia y la ruta que dibujó fueron y son relevantes para entender el lugar de paso entre Bahía Blanca y Bahía Yendegaia (FIG. 3).

 

FIG. 3. Mapa del paso dibujado por Rockwell Kent y publicado en su libro “Voyaging southward from the Strait of Magellan”.

La campaña desarrollada por Terra Ignota el año 2021 ya había logrado documentar la evidencia de material arqueológico en la zona cercana al Paso “de la muerte” o “Kent”. Este material lítico fue localizado en el Alero, momentáneamente llamado el Paso. El hecho de efectuar este hallazgo motivó el desarrollo de una investigación que permitiera documentar tanto el recorrido del paso como los posibles hallazgos arqueológicos que se pudieran encontrar.

3.Metodología

La estrategia metodológica planificada y programada se basó en la prospección arqueológica visual, grupal y sin afectación patrimonial. La primera etapa consistió en realizar un análisis del registro etnohistórico y del patrimonio inmaterial. Se llevó a cabo una documentación basada en fuentes etnohistóricas como mapas, diarios y crónicas de viajes. Estas fuentes permitieron caracterizar las observaciones del lugar realizadas por navegantes, viajeros y colonos desde el siglo XVII hasta mediados del siglo XX. Durante este proceso de recopilación de información, también se documentó la toponimia del lugar y sus orígenes.

La prospección visual se realizó recorriendo a pie, de forma no sistemática, las áreas de interés arqueológico que se encontraban en la ruta establecida de exploración del valle. En cada caso, se documentó información relacionada con la localización, las características naturales de la zona, la conservación y el registro de los hallazgos.

Otro aspecto de la exploración fue el análisis arqueo-histórico del bosque nativo. Se registraron evidencias del uso o perturbaciones históricas del ecosistema forestal, como la presencia de marcas culturales en los árboles y cicatrices de descortezamiento en árboles vivos y muertos.

La estructura base del registro de hallazgos fue la siguiente:

  • Descripción del lugar en formato audio o escrito.
  • Toma de coordenadas GPS utilizando equipos de exploración y visualización en tiempo real en la Plataforma Web, donde los usuarios podían seguir los pasos y el registro del equipo (https://terra-ignota.net).
  • Fotografías con escala.
  • Captura fotogramétrica en 3D de los hallazgos más relevantes utilizando la tecnología Lidar por parte de Florencia Curci y Carsten Stabenow. El Lidar 3D es una tecnología vanguardista que permite documentar rápidamente objetos y ubicaciones, guardándolos en archivos manipulables y georreferenciados.
  • Documentación de las variables del suelo (pH, fosfatos, temperatura, …) mediante el sensor Ignota Logger desarrollado por el académico Victor Mazón.

4.Registro de yacimientos arqueológicos

El registro arqueológico basado en la prospección visual en la zona interior del paso fue realizado por dos de los tres equipos de exploración. En cada grupo había la presencia de un arqueólogo con el grado académico de Doctor. En el Grupo 1, el Dr. Alfredo Prieto de la Universidad de Magallanes y, en el Grupo 2, el Dr. Robert Carracedo Recasens de la Universidad Austral de Chile. El motivo principal era realizar un registro adecuado de los hallazgos y, al mismo tiempo, transmitir conocimientos académicos y del patrimonio arqueológico local a los equipos de trabajo. El propósito fundamental era llevar a cabo una investigación arqueológica en la que participaran diferentes agentes con visiones y motivaciones diversas (Milek, 2018; Smith, 2014). Existe un potencial intrínseco en lo que se ha llamado arqueología transdisciplinaria, al que se suma el descubrimiento de nuevos sitios basado en prácticas que tengan en cuenta la inclusión y la participación de diferentes agentes. En este caso, se contó con la perspectiva de integrantes de las comunidades yagán por parte de Claudia González, y selk’nam por parte de Fernanda Olivares y Hema’ny Molina, así como de distintas artistas sonoras, un geólogo y un filósofo.

El Grupo 1 inició el recorrido en Bahía Yendegaia y continuó por el Valle Lapataia, siguiendo la orilla suroeste del Río Lapataia. El camino transcurrió entre bosques, humedales y depósitos fluviales. El Grupo 2 comenzó su recorrido en el Paso Lagunas (previamente visitado por Skotsberg en 1908) y continuó por el Valle del Río Cóndor hasta llegar al Valle Lapataia. Se recorrió y documentó la orilla este y la zona boscosa adyacente. Este camino estaba compuesto por bosques, turbales y depósitos fluviales en la parte alta del valle. El Grupo 3 se encontraba en la zona de Bahía Blanca, un área de gran interés por no haber sido explorada previamente.

Los Grupos 1 y 2 se encontraron en la orilla este, en el curso alto del Río, cuando el valle empezaba a volverse más vertical. A partir de ese punto, se documentó la zona este del Río. El Río Lapataia fue cruzado y recorrido por el sector oeste en lo que se conoce como Paso de la Muerte, Paso Kent o Paso de Indios, todos nombres exónimos. Ambos grupos documentaron el Alero del Paso utilizando diferentes técnicas que se detallan en la metodología.

La llegada de los Grupos 1 y 2 a Bahía Blanca permitió el encuentro con el Grupo 3 y la documentación de la costa y bosques sur y oeste de la Bahía. Finalmente, todo el equipo pudo compartir experiencias y continuar con las actividades transdisciplinarias en el Fórum realizado en Caleta María.

4.1 Lapataia 1

Se trata de un yacimiento4 situado en un bosque abierto de Nothofagus (FIG. 4), a 12.5 km del Lago Roca y a 14 km de la Bahía Yendegaia. Este bosque está protegido del viento y cuenta con abundante agua dulce proveniente de arroyos cercanos que son afluentes del Río Lapataia. En un área aproximada de 250 m2 se encuentran diferentes fragmentos óseos y evidencias de talla lítica. Estos objetos se pueden observar debido a la remoción del subsuelo causada por el ganado. Además, se nota la presencia de un sedimento orgánico limoso justo debajo de la capa de vegetación.

 En el sitio se ha documentado un conjunto de huesos de guanaco rotos, probablemente utilizados para extraer médula. Es posible que haya “machacadores”, pero debido al estado de conservación de los huesos, no se puede asegurar con claridad. Se ha registrado la presencia de al menos dos individuos, ya que se encontraron dos mandíbulas y dos escápulas de tamaños diferentes, todas con marcas de percusión. Además, una de las escápulas presenta huellas de corte en la parte proximal. También se encontró una lasca de color gris, hecha de una materia prima de calidad mediana, pero que muestra una fractura concoidal. La hipótesis más probable es que se trate de un asentamiento temporal por parte de comunidades indígenas, quizás terrestres, que se adentraban en el valle. 

FIG. 4. Detalle del bosque abierto en la zona del yacimiento de Lapataia 1. Se puede observar la remoción del subsuelo por parte del ganado.

4.2 Lapataia 2

En la zona del curso medio del Río Lapataia se detectó un antiguo agrupamiento circular de piedras (FIG. 6). Se trata de un hallazgo situado en la parte plana del valle a escasos metros del bosque de la ladera este y en el interior de un bosque muerto (FIG. 7). Este hallazgo se encuentra en una zona degradada por una castorera cercana y erosionada a causa de los episodios de lluvia que arrastran el sedimento a partir de un arroyo cercano. La hipótesis más probable es que se trate de un antiguo fogón usado en el tránsito por el valle. Se encuentra a 15km del Lago Roca y a 18km de la Bahía Yendegaia.

4.3 Lapataia 3

  En la zona del curso alto del Río Lapataia a 3 m de uno de los pequeños afluentes, se detecta un alineamiento de piedras con un espacio vacío en el interior (FIG. 9). La dimensión máxima de longitud es de 3,70 m de largo y 1,70 m de ancho, en la parte oeste hay un tramo corto de 0,60 m de largo (FIG. 8). Desconocemos la funcionalidad de tal estructura, la hipótesis que se baraja es que se trata da la antigua base de un paraviento. El lugar se encuentra en el camino natural de subida hacia el paso, además de contar con abundante junquillo, agua dulce y presencia de sendas de guanaco.

4.4 Abrigo el Paso

Se trata de un abrigo situado en la zona de descenso hacia Bahía Blanca, por debajo del paso (FIG. 10), a 7,5km de Bahía Blanca y 34km de Bahía Yendegaia. Se encuentra en una posición privilegiada, resguardado del viento y la lluvia, con una amplia visión hacia el valle. En todo el abrigo se detectan lascas, un nódulo y un núcleo de un material silíceo de color gris claro, probablemente cuarcita, que es una materia prima no presente en el lugar (FIG. 13). En total se detectan 9 lascas, 2 de las cuales se encuentran en el camino de bajada, lo que demuestra una percolación del material hacia la ladera por el pequeño camino, transformándolo en una pequeña torrentera. Además, en el mismo abrigo se encuentran 2 fragmentos de vidrios contemporáneos de color verde. La erosión del pequeño camino de guanacos que pasa por el abrigo ha dejado al descubierto un estrato cultural formado por cenizas y carbones (FIG. 11).

En la zona de lavado, en el camino de bajada, se encuentra un fragmento cerámico de gres con engobe marrón (FIG. 12). Posiblemente se trate de una botella de gin fabricada entre 1860 y 1940 (Henríquez Urzúa et al., 2018; Schávelzon et al., 2012). Este hallazgo es interesante, ya que documenta el uso del lugar a principios del siglo XX.

En la zona sur del abrigo se detectan 3 árboles quemados, lo cual también indica un uso relativamente reciente del espacio, pese a que uno de ellos muestra una degradación considerable y podría ser de la primera mitad del siglo XX (FIG. 15).

FIG. 10. Alero el Paso, se puede apreciar la línea de goteo dónde se encuentran los clastos lavados.

4.5 Conchal Bahía Blanca 1

Este yacimiento de tipo conchal se encuentra ubicado en la zona oeste de la pequeña sub-bahía en la zona este de Bahía Blanca (FIG. 21). Está a unos 80 m de la costa y está protegido por una pared rocosa que actúa como alero, protegiéndolo del viento y la lluvia (FIG. 16). Además, tiene acceso a agua dulce potable y a los recursos marinos de la Bahía. El montículo principal se encuentra en la zona más alejada de la pared, lo que sugiere que los habitantes probablemente residían en esa área seca y arrojaban los residuos más allá de la línea de goteo.

En toda el área de ocupación se encuentran disperso material óseo, lítico y malacológico. Esto se debe a la presencia de guanacos, que utilizan el lugar para dormir y afectan el depósito arqueológico. Entre el material lítico se encuentran lascas y un núcleo de la misma materia prima silícea verdosa. En cuanto a los restos óseos, se hallan fragmentos de diáfisis de aves con signos de rotura intencional, así como fragmentos de guanaco con marcas de percusión (FIG. 17).

Por otro lado, el yacimiento está claramente afectado por la presencia de una gran castorera en la zona este. La castorera ha modificado completamente el paisaje, arrasando los árboles e inundando el acceso al conchal. Es probable que, en el pasado, el conchal estuviera ubicado frente a un bosque de Nothofagus y un curso de agua dulce que fluía en el centro de la pequeña sub-bahía.

FIG. 16. El circulo indica la zona monticular más alta y expuesta en parte a la línea de goteo de la lluvia.

4.6 Conchal Bahía Blanca 2

Este yacimiento tipo conchal se encuentra en la costa este de Bahía Blanca, al este de una pequeña desembocadura de un río de origen glaciar. El lugar aún hoy en día es utilizado por pescadores y navegantes para fondear y acampar en la noche con vistas hacia el fondo de la Bahía y el glaciar Dalla Vedova.

Está situado a unos 10 m de la costa en un bosque abierto con una cubierta vegetal formada por musgo y pequeños helechos (FIG. 18). En los bordes del río que se encuentra a unos 30 m hay grandes zonas cubiertas por apio silvestre.

El yacimiento está formado por dos montículos de unos 50 cm de alto por 3 m de diámetro y se pueden apreciar lengas que han crecido encima, así como autorraleos (caída y levantamiento del subsuelo mediante las raíces) fuera de la zona del conchal (FIG. 18). Es interesante ya que a unos 5 m del conchal se documentan dos Nothofagus modificados culturalmente, mediante la datación por dendrocronología y la excavación del lugar podrían ser relacionados, puesto que presentan grandes recrecimientos de corteza.

4.7 Conchal Bahía Blanca 3

Este yacimiento tipo conchal es de carácter lenticular y extenso (FIG. 19), no monticular como el de BB2. Se encuentra en la costa este de Bahía Blanca, en las playas al oeste de una pequeña desembocadura de un río de origen glaciar. La parte cercana a la orilla se encuentra erosionada por la acción de las mareas. Se aprecia material cultural situado a 40 cm de la línea de marea alta y con una longitud de 3 m. En la zona costera intermareal aparecen distintos hallazgos aislados de herramientas líticas entre el yacimiento de BB3, BB4 y BB2.

4.7 Conchal Bahía Blanca 4

Se trata de un yacimiento tipo conchal lenticular erosionado por el efecto de las mareas (FIG. 20). Se encuentra en la costa este de Bahía Blanca, en las playas al oeste de una pequeña desembocadura de un río de origen glaciar. En la parte superior se aprecia una antigua estructura de madera que parece haber servido para aislar los residentes del suelo. En todo el bosque trasero se encuentran evidencias del uso del bosque cómo aserradero con árboles cortados y marcas de hacha de cómo mínimo los últimos 50 años.

FIG. 20. Conchal lenticular de Bahía Blanca 4, detalle de la erosión de las mareas.

4.8 Corrales de pesca en Bahía Blanca

En la costa Sur al fondo de Bahía Blanca se aprecia el Corral 1 y el Corral 2 en una pequeña sub-bahía de la zona este (FIG. 21). En la foto aérea realizada con el dron se puede apreciar claramente la afectación de la costa, así como la ubicación del yacimiento tipo conchal BB1.  El Corral 1 tiene unas mediads de 70 m de ancho y 4400 m2, el Corral 2 (más dudoso) tiene unas mediadas de 99 m de ancho y 6000 m2. En el caso del corral 1 se pueden observar estacas de madera, en base a esta materialidad podemos interpretar que se trata de un corral de estacas o varas tal como los que se encontraban en Chiloé (Álvarez et al., 2008). En este caso se trataría de corrales tardíos de cuando los Chilotes empezaron a llegar en la región, aunque de momento se desconocen las fechas exactas de esta migración y los procesos de intercambio y uso de tales estructuras (Aguilera Águila et al., 2021; Álvarez et al., 2008). Otros corrales ya han sido identificados en la zona norte de Tierra del Fuego, como en el pueblo de Cameron, en Bahía inútil, dónde se encuentra uno en forma de “U” y de 70 m de largo (Torres, 2009). Quizás estos hallazgos relativamente cercanos en el territorio y en características puedan ser relacionados con un mismo evento o una tradición, pero hacen falta dataciones para comprobarlo.

4.9 Corral de pesca en Bahía la Paciencia

Este corral de pesca de varas de madera se encuentra situado en la actual Bahía la paciencia. Se encuentra en una Bahía con una gran área de delta poco profundo, como es el caso de Bahía Blanca. El sedimento acumulado procede del valle y es arrastrado por el agua de los lagos Despreciado y Deseado. 

5.Hallazgos aislados

En la zona de Bahía Blanca, donde se registran los yacimientos de BB2, BB3 y BB4 se encuentra una amplia playa formada por la desembocadura de un río glaciar. En esta playa hay abundante materia prima que puede ser usada para la talla lítica. En este contexto y teniendo en cuenta la presencia de conchales en las inmediateces, fueron hallados un conjunto de 4 artefactos líticos con características relevantes. Las características morfológicas algunos los hallazgos y la localización, en un bosque utilizado por los aserraderos, donde los árboles crecen altos y rectos, apuntan que podrían haber sido usados como hachas y descartadas en el intermareal. El caso del lítico 2 quizás el que nos aproxima más a esta hipótesis ya que se pueden observar lascados derivados del uso.

  • Lítico 1: Roca ígnea con talla bifacial apuntada. Posible uso como hacha. 
  • Lítico 2: Roca silícea verde, canto rodado con talla monofacial y lascado por uso. Posible uso como hacha.
  • Lítico 3: Roca silícea tipo cuarcita con reducción de talla periférica en un plano de percusión. 
  • Lítico 4: Rosca silícea tipo cuarcita, canto rodado con talla monofacial. Posible uso como hacha.

6. Árboles modificados culturalmente

Las Marcas de Descortezamiento, también conocidas como Bark Peelings en inglés, representan una forma de expresión cultural observada en árboles sometidos a la extracción de corteza durante procesos productivos. Estos descortezamientos han dejado su huella en diversos lugares a lo largo de los canales, evidenciando un uso ancestral del territorio y una gestión sostenible de los recursos vegetales por parte de los pueblos australes a lo largo de varios siglos. En la Patagonia austral, se han realizado estudios que han documentado tales evidencias (ver. Östlund et al., 2020; Zegers et al., 2020). Este tipo de modificaciones culturales en los árboles acostumbran a encontrarse en lugares y bahías protegidas del viento, dónde los árboles de los géneros Nothofagus (Coihue), Drimys winteri (Canelo) y Pseudopanax laetevirens (Sauco del Diablo) crecen rectos.

A pesar de la posible detección de estas marcas durante investigaciones en el terreno, se presentan desafíos singulares asociados a su análisis. Es común que los árboles hayan sufrido daños no atribuibles a la actividad humana, como consecuencia de caídas provocadas por el viento, incendios y rotura de ramas. Además, gran parte de las costas, como el vaso de Bahía Blanca, ha sido afectada por aserraderos y ocupaciones esporádicas de pescadores, hecho que dificulta su conservación y deja otras marcas que también pueden ser fácilmente confundibles.

6.1 Bahía Blanca

En esta exploración se han encontrado evidencias de árboles modificados culturalmente en el área de Bahía Blanca. Esta bahía, y en concreto el bosque cercano a los conchales de Bahía Blanca 2, 3 y 4, presenta un lugar óptimo para la extracción de corteza. El principal problema que se presenta en esta ubicación es que el bosque ha sido explotado durante décadas para la extracción de madera. Por lo tanto, sin fechados dendrocronológicos no podemos tener la certeza de su antigüedad y, en consecuencia, no podemos relacionarlos con la ocupación indígena del lugar.

Las dos primeras marcas cercanas al conchal de Bahía Blanca 2 parecen ser las más antiguas, además de estar ubicadas a escasos metros del conchal. La primera marca, CMT.1 (FIG. 30), tiene unas medidas de 125 cm de largo por 10 cm de ancho, con un diámetro del árbol de 90 cm. Presenta una marca de herramienta de 8,5 cm (FIG. 32). La segunda marca, CMT.2 (FIG. 31), se encuentra en el interior de un pequeño orificio en la corteza de un árbol que tiene 75 cm de diámetro. El pequeño agujero mide 7 x 5 cm y en su interior se pueden observar impactos de algún tipo de herramienta (FIG. 33).

Los otros casos se encuentran en la otra orilla del río glaciar, donde se evidencia la explotación tardía del bosque (FIG. 37). El tercer caso, CMT.3 (FIG. 34), presenta una marca de 24 x 11 cm con un diámetro de 51 cm, al igual que las marcas CMT.4 (FIG. 35) (8 x 71 cm y un diámetro del árbol de 48 cm) y CMT.5 (FIG. 36) (13 x 50 cm y un diámetro del árbol de 38 cm).

7. Discusión

Durante el trayecto, el grupo realizó una búsqueda sin resultados en la supuesta zona del campamento dónde había pernoctado Rockwell Kent y también en la zona dónde Kent pudo ver las construcciones indígenas. Ambos lugares son bosques abiertos con grandes Nothofagus y arroyos de agua dulce en las inmediateces. En los dos casos solo se pudieron documentar algunos árboles con signos de quema, pero no apareció ningún otro material arqueológico que pudiera documentarse. Para descubrir y poder asegurar que esos lugares fueron los ocupados haría falta un barrenado sistemático o la apertura de unidades arqueológicas.  Igualmente, las zonas bajas cercanas al río, a veces las más adecuadas, se hallan completamente inundadas por castoreras que pueden haber afectado nuestra visión de otros sitios en el paso. 

Posibles Chozas indígenas

GPS: -69.012617, -54.640792.

Posible Campamento de Rockwell Kent

GPS: -69.015727, -54.637307.

FIG. 30. Bosque abierto en el curso alto del río dónde Rockwell Kent pudo ver las estructuras indígenas.

8. Conclusiones

El primer punto, quizás uno de los más relevantes, es que el paisaje se encuentra alterado por la presencia de animales alóctonos, que han modificado el estado del terreno recorrido en comparación de cómo estaría cuando lo transitaban las comunidades indígenas. En la zona baja del valle Lapataia hay presencia de caballos salvajes, así como de múltiples castoreras, que han transformado el paisaje. Las castoreras son agentes modificadores muy potentes del paisaje, ya que destruyen el bosque y cambian los cursos de agua, anegando posibles caminos y yacimientos arqueológicos.

El cruce por el valle se realizó en un total de cinco días, pero con un equipaje y cuidados seguramente mayores a los que llevaban antiguamente. Además, el camino más rápido, en condiciones húmedas por el río o su borde, era evitado de manera sistemática, solo usándolo en contadas ocasiones. Por otra parte, como hemos comentado, gran parte del bosque, sobre todo en la zona baja de Bahía Blanca y en la zona intermedia y baja del Río Lapataia, está afectada por las castoreras, que han modificado los trazados originales y demoran considerablemente el tránsito.

En general, el panorama arqueológico nos muestra el uso del paso, así como las dos bahías que sirven tanto de inicio como de final. Los vacíos que había en el mapa comienzan a rellenarse y podemos observar yacimientos de carácter transitorio en el interior y conchales en ambas bahías. Sin embargo, como hemos apuntado, se trata de una prospección visual y no sistemática, por lo que podrían encontrarse más hallazgos si se realiza una campaña dedicada a la recolección de información arqueológica. De forma significativa, este conjunto de hallazgos en la zona interior nos acerca, cada vez más, a una nueva visión de la ocupación y uso del territorio. Estas zonas de paso debieron funcionar como nexos dónde podía ocurrir un intercambio, tanto material como de ideas. Quizás una analogía adecuada es ver la expedición transdisciplinar como un nuevo intercambio de ideas; también ocupando el área de forma transitoria, creando nuevas relaciones y dejando rastro en el territorio.

Por otra parte, el proyecto ha conseguido uno de sus objetivos principales, que es poder realizar hallazgos arqueológicos, pero basándose en un grupo transdisciplinario con inquietudes e intereses distintos. Esta era una de las motivaciones principales: conseguir combinar saberes, compartirlos y usarlos para conocer el territorio desde distintas perspectivas.

9.Bibliografía

Aguilera Águila, N., García Piquer, A., García Pérez, C., & Piqué Huerta, R. (2021). Čelkok’enar, aproximación a la navegación indígena en Fuego-Patagonia. Revista Española de Antropología Americana, 51, 137-153. doi: 10.5209/reaa.71110

Álvarez, R., Munita, D., Fredes, J., & Mera, R. (2008). Corrales de pesca en Chiloé. Valdivia: Imprenta América.

Bird, J. (1938). Antiquity and Migrations of the Early Inhabitants of Patagonia. Geographical Review, 28(2), 250-275. doi: 10.2307/210474

Emperaire, J. (1963). Los Nómades del Mar. Valdivia: Serindígena.

Gallardo, F., Cabello, G., Sepúlveda, M., Ballester, B., Fiore, D., & Prieto, A. (2022). Yendegaia Rockshelter, the First Rock Art Site on Tierra del Fuego Island and Social Interaction in Southern Patagonia (South America). Latin American Antiquity, 1-18. doi: 10.1017/laq.2022.47

García O., S. (2015). Los orígenes de las comunicaciones terrestres en el sur de Tierra del Fuego (Chile). Magallania (Punta Arenas), 43(2), 5-45. doi: 10.4067/s0718-22442015000200001

Henríquez Urzúa, M., Lazzari Pino, G., & Díaz González, P. (2018). Las Botellas de gres de Coínco. Santiago de Chile: Andros Impresores.

Heusser, C. J., & Rabassa, J. (1988). Cold climatic episode of Younger Dryas age in Tierra del Fuego. Nature, 328(6131), 609-611. doi: 10.1038/328609a0

Heusser, Calvin J. (2003). Ice age southern Andes: a chronicle of palaeoecological events. New York: Elsevier.

Kent, R. (1924). Voyaging southward from the Strait of Magellan. New York: Halcyon House.

King, P. P. (1839). Voyages of the Adventure and Beagle (Vol.1). Proceedings of the first expedition, 1826-1830, under the command of captain P. Parker King. London: Henry Colburn, Great Marlborough Street.

Laming-Emperaire, A., Lavallée, D., & Humbert, R. (1972). Le Site de Marazzi en Terre de Feu. Objets et Mondes, 12(2), 225-244.

Legoupil, D., & Fontugne, M. (1997). El Poblamiento Marítimo en los Archipiélagos de Patagonia: Núcleos Antiguos y Dispersión Reciente. Anales del Instituto de la Patagonia, Serie Ciencias Humanas, 25, 75-87.

McCulloch, R. D., Bentley, M. J., Tipping, R. M., & Clapperton, C. M. (2005). Evidence for late-glacial ice dammed lakes in the central Strait of Magellan and Bahía Inútil, southernmost South America. Geografiska Annaler, Series A: Physical Geography, 87(2), 335-362. doi: 10.1111/j.0435-3676.2005.00262.x

McCulloch, R., & Morello, F. (2009). Evidencia glacial y paleoecológica de ambientes tardiglaciales y del Holoceno temprano. Implicaciones para el poblamiento temprano de Tierra del Fuego. Arqueología de Patagonia: una mirada desde el ultimo confin, April 2016, 119-136.

Milek, K. (2018). Transdisciplinary Archaeology and the Future of Archaeological Practice: Citizen Science, Portable Science, Ethical Science. Norwegian Archaeological Review, 51(1-2), 36-47. doi: 10.1080/00293652.2018.1552312

Morello, F., Contreras, L., San Román, M., & Morello Repetto, F. (1999). La localidad de Marazzi y el sitio arqueológico Marazzi I, una re-evaluación. Anales del Instituto de la Patagonia, Serie Ciencias Humanas, 27, 183-197.

Orquera, L. A., & Piana, E. L. (2009). Sea nomads of the beagle channel in southernmost South America: Over six thousand years of coastal adaptation and stability. Journal of Island and Coastal Archaeology, 4(1), 61-81. doi: 10.1080/15564890902789882

Ortiz-Troncoso, O. R. (1978). Nuevas dataciones radiocarbonicas para Chile Austral. Boletin. Museo Arqueologico., 16, 244-250.

Östlund, L., Zegers, G., Cáceres Murrie, B., Fernández, M., Carracedo-Recasens, R., Josefsson, T., Prieto, A., & Roturier, S. (2020). Culturally modified trees and forest structure at a Kawésqar ancient settlement at Río Batchelor, western Patagonia. Human Ecology, 48(5), 585-597. doi: 10.1007/s10745-020-00200-1

Piana, E. L., Vila-Mitjà, A., Orquera, L. A., & Estévez, J. (1992). Chronicles of ‘Ona-Ashaga’: archaeology in the Beagle Channel (Tierra del Fuego–Argentina). Antiquity, 66(252), 771-783.

Piana, E., Zangrando, F., & Orquera, L. A. (2012). Early Occupations in Tierra del Fuego and the Evidence from Layer S at the Imiwaia I Site (Beagle Channel, Argentina). Southbound. Late Plesitocene Peopeling of latin America, January, 171-175.

Ponce, J. F., Borrometi, A. M., & Rabassa, J. O. (2011). Evolución del paisaje y de la vegetación durante el cenozoico tardío en el extremo sureste del archipiélago fueguino y canal Beagle. En A. F. Zangrando, M. Vázquez, & A. Tessone (Eds.), Los cazadores-recolectores del extremo oriental fueguino Arqueología de Península Mitre e Isla de los Estados (Número May 2014). Buenos Aires: Sociedad Argentina de Antropología.

Prieto, A., Morano, S., García-Piquer, A., Navarrete, V., & Dupradou, T. (2022). Actualización del Catastro Georreferenciado de Sitios Arqueológicos de Magallanes. Tercera etapa. Informe de circulación interna. Punta Arenas: Oficina de Asuntos Indígenas de Punta Arenas.

Prieto, Alfredo, Chevallay, D., & Ovando, D. (2000). Los pasos de indios en Patagonia Austral. Desde el país de los gigantes. Perspectivas arqueológicas en Patagonia, 87-94.

Rabassa, J., Coronato, A., Bujalesky, G., Salemme, M., Roig, C., Meglioli, A., Heusser, C., Gordillo, S., Roig, F., Borromei, A., & Quattrocchio, M. (2000). Quaternary of Tierra del Fuego, southernmost South America: An updated review. Quaternary International, 6771, 217-240. doi: 10.1016/s1040-6182(00)00046-x

Saldanha da Gama, L. F. de. (1887). Notas de viagem pelo Capitáo de Fragata Luiz Felippe de Saldanha da Gama. Annales de l’Observatoire Imperial de Rio de Janeiro, 3, 3-308.

Salemme, M. C., & Santiago, F. C. (2017). Qué Sabemos y Qué No De La Presencia Humana Durante El Holoceno Medio en La Estepa Fueguina. En M. Vázquez, D. Elkin, & J. Oría (Eds.), Patrimonio a orillas del mar: arqueología del litoral atlántico de Tierra del Fuego (pp. 75-86). Ushuaia: Editorial Cultural Tierra del Fuego.

SAMS (Ed.). (1886). The South American Missionary Magazine: Vol. XX. London: Seeley, Jackson, and Halliday, Essex Street.

Schávelzon, D., Frazzi, P., Carminati, M., & Camino Ulises, A. (2012). Borrachos en la patagonia: clasificando envases de gres y sus problemas. Arqueología Histórica en América Latina. Perspectivas desde Argentina y Cuba. Buenos Aires (Argentina): Programa de Arqueología y Estudios Pluridisciplinarios, 87-98.

Smith, M. L. (2014). Citizen Science in Archaeology. American Antiquity, 79(4), 749-762. doi: 10.7183/0002-7316.79.4.749

Torres, J. (2009). La pesca entre los cazadores recolectores terrestres de la isla grande de tierra del fuego, desde la prehistoria a tiempos etnográficos. Magallania, 37(2), 109-138. doi: 10.4067/S0718-22442009000200007

Zangrando, F. (2009). Historia evolutiva y subsistencia de cazadores-recolectores marítimos de Tierra del Fuego. Buenos Aires: Sociedad Argentina de Antropología.

Zegers, G., Fernández, M., Cáceres, B., Prieto, A., Carracedo, R., & Östlund, L. (2020). Reporte del hallazgo de árboles culturalmente modificados en bosques costeros de Nothofagus Betuloides (Mirb.) Oerst 1871 (Nothofagaceae) por pueblos canoeros de la Patagonia austral y Tierra del Fuego. Antropologías del Sur, 7(13), 245-253. doi: 10.25074/rantros.v7i13.1726

(trabajo conjunto entre Dr. Robert Carracedo Recasens, Dr. Alfredo Prieto)

[1] Los metros sobre el nivel del mar corresponden a las cotas de nivel. Los conchales están mucho más cerca de la línea de marea alta, entre 1 y 3 m.

[2] Años antes del presente, equivalente a 1950, año estándar en las dataciones de Carbono 14. 

[3]  La expedición encabezada por el teniente de fragata Tomás Zurueta en 1892 ya había pasado por la ruta entre Lapataia y Bahía Blanca (ver. García O. 2015).

[4] La ordenación de los hallazgos que se presentan a continuación se basa en el recorrido realizado.